1. Imagen de una mujer menuda tendida sobre la grada del hammán: lleva una toalla que deja al descubierto sus hombros y piernas. Flexiona la pierna derecha sobre la izquierda. Voz en off:Alba nunca pensó que nadie pudiesearrastrarla a un lugar así. Para ella, el baño era una rutina, la ineludible acción jabonosapara no oler a choto antes de ir al trabajo. Mecánica higiene sin sensualidad. Nunca dirigió hacia sus genitales la alcachofa de la ducha.

Lavado rápido –casi en seco-, áspero albornoz, crema corporal de absorción instantánea, cepillado, y la ropa dispuesta en un orden fijo sobre la percha triste de su anatomía: braga, sujetador, camiseta, calcetines, jersey, pantalones, zapatos. Alba no era una de esas Susanas que, deep in herheart,ansiaba la vigilancia del espía por un agujerito. No toleraba que su minúsculoaseo se inundase de vapores que empañaran los cristales nipasaría la mano por el espejo como quien borra un pizarrín para enfrentarse, realidad contra fantasmagoría, conCatherine Deneuve en la flor de su juventud. Por eso, cuando Flora le propuso ir a un hammán, Alba se rió escépticamente:“¿Un hammán?, ¿es higiénico?”Ahora no podía creer lo que pasaba. Se echó un chorro de agua caliente en la nuca. Se estiró sobre la grada. Colocó sus párpados enesemilimétrico punto de la esclerótica que le permitía enfocar entre el vapor. Sí, alguien la estaba observando. Alba flexionó la pierna derecha sobre la izquierda. Posó yse sintió cómoda. Natural.

Rebelión, por Marta Sanz

2. Imagen de otra mujer no tan menuda que mira a la primera intensamente. Voz en off: Flora estaba segura de que Alba no iba a querer acompañarla: “¿Un hammán?, ¿es higiénico?” Alba se había puesto cristiana contra los moros, procesional, carpetovetónica. Después, relajó su actitud tal vez porque Flora invitaba: “Voy, pero a mí que no me toque nadie”. Entonces Flora miró a Alba, su pelo lacio, la prisa, las escamas del cutis. Alba olía a flotador de plástico y sopa de sobre. Flora lo recordaba muy bien, ahora en el hammán, mientras se metía el dedo en el ombligo. ¿Qué estaba pasando? Flora asistía ala sobrenatural transfiguración de Alba. Era cierto que nunca la había visto envuelta en una toalla o puede que los ojos de Flora hubieran adquirido unacualidad acuosa que suavizaba los perfiles. También su piel se había acostumbrado a la humedad y al calor. Flora se reclinó y siguió observando con ojo de iguana. Luego se levantó para acercarse a su amiga que esta vez esperaba sin escepticismo y era muy probable que se dejase tocar…

3. “¡Corta, corta y corta! Mira, Rita, sé que estás muy metida en tu papel de Alba, pero esa flexión de la pierna derecha sobre la izquierda no es una flexión, es un yo qué sé, escorzo, alicate, contractura… ¡Horrible! ¿Y tú, Emilia? Se supone que estás descubriendo a la mujer de tu vida, pero por tu gesto parece que solo estuvieses olisqueandola sopa de sobre. Tiene que notarse que Alba te imanta, te gusta… ¡Así no, Emilia! Es como si no tuvieras ganas de moverte, estás tan cómoda, tan a gusto, ¡pero si no paras de mirarte las gotitas de sudor que te resbalan del ombligo! ¡Como si no te conocieras, Emilia! ¡Como si no te tuvieras más vista que el tebeo! ¡Emilia, ven aquí! Pero ¿tú la has visto? ¡Me ha hecho una pedorreta!, ¡Emilia, que estás trabajando! Pero, mírala, pasa de mí,ahora cierra los ojos, se echa otro chorrito de agua, se duerme… ¡Emiliaaaaaa! Y, mira, la de la voz en off, ¡se va con la bruja de Emilia! Rita, amor, tú no te vayas, ven, que eres la prota, ¡Rita!”