Ahora sabemos que nuestras referencias artísticas, las que nos marcaron y todos conocemos, pueden contemplarse de otra manera.

Es posible gracias a una propuesta creadora. Las grandes obras del museo de El Prado se han actualizado gracias a un trabajo del videoartista italiano Rino Stefano Tagliafierro, titulado El Prado: Belleza y locura, en el que anima figuras y elementos en cada pintura, dando así vida las imágenes fijas e invitándonos a mirar con ojos nuevos las pinturas más emblemáticas.

Esta es la maravilla de El Prado en movimiento. El autor, añadiendo mínimos movimientos a la imágenes de los cuadros, consigue dinamizar el gran arte, integrando su visión con el imaginario pictórico que hemos aprendido y nos ha sobrecogido tantas veces. Se trata de un trabajo tan arriesgado como impecable y respetuoso, que nos despierta la imaginación y nos sugiere vivir el arte clásico de una forma única . Ha sido la publicación El País Semanal la que ha producido este vídeo, con motivo de celebrar el bicentenario del museo y con el objetivo de actualizar el arte clásico con intervenciones desde las nuevas tecnologías.

Tagliafierro se ha empeñado en resucitar una treintena de obras clásicas, de manera que hay manos que se mueven, frutas que caen, besos que se terminan, fusiles que apuntan y parpadeos no previstos.

Por ejemplo, vemos en El jardín de las delicias, de El Bosco, que los objetos suenan de verdad y los barcos navegan. En El 3 de mayo de 1808 en Madrid, de Goya, el hombre a punto de ser fusilado agita los brazos. Y Las Meninas de Velázquez respiran, como el propio pintor, dejar de ser figuras estáticas. De repente en el cielo de un paisaje, los pájaros vuelan; el agua cae de una cascada, la manos y los pies se mueven, los gestos y las emociones se expresan, estallan los relámpagos de una tormenta, las llamas de una hoguera se agitan y queman, las hojas de los árboles se mecen con el viento, Torrijos (Antonio Gisbert) se enfrenta con pesar a su fusilamiento cerrando los ojos, Saturno devora con saña a su hijo (Goya) y Las tres Gracias (Rubens) se relacionan entre ellas.

Nos asombra esta obra de videocreación y cómo el arte más contemporáneo interviene en el arte clásico, resultando un nuevo proyecto: generar vida en pinturas inmóviles, perpetuas e inanimadas. Este creador pretende no tanto usar el prodigio de la animación, sino que según aclara: “La clave es contar una historia, hacer emerger emociones ocultas, manteniendo un equilibrio entre la obra original y mi intervención”, de ahí que busque un relato problable, un sentimiento o un pequeño contraste. Por eso los movimientos son muy breves en duración y poco aparatosos en su amplitud.

El Hammam Al Ándalus quiere sumarse a este bicentenario de El Prado, uno de los museos más impresionantes del mundo, si no el mejor, destacando esta iniciativa tan particular e interesante de ver. Por eso, os dejamos en el enlace del vídeo que dura unos cuatro minutos: https://www.youtube.com/watch?v=rsI3qyF5SvA