Una noche de mediados de agosto, un grupo de amigos charla sobre historias populares que alguna vez han escuchado sobre estrellas fugaces. Las Perseidas están sobre ellos y, tumbados en algún rincón alejado de la iluminación de la ciudad, intentan descubrir alguno de esos luceros tan especiales. La lluvia de meteoros está en su mejor momento.

-¿Por qué las historias inventadas sobre estrellas fugaces son más extraordinarias que la realidad científica? – dice Lucas, un chico de unos 18 años- a mí me resulta ya lo suficientemente impresionante que un meteoro se descomponga sobre la capa terrestre y podamos ser testigos de su rastro de luz, que se muestra como una estrella que corre tan rápido que desaparece en pocos segundos. No hace falta que envolvamos todo de una leyenda repleta de misterios.

-Pero entonces, la vida quedaría sin magia y nos faltaría un motivo por el que soñar. Todo sería cuadrado o triangular. Todo sería racional.-  Todo el grupo afirma ante la opinión de  Carlota, la mejor amiga de Leo, que enseguida cuenta una historia familiar.

-Mi bisabuela decía que las estrellas fugaces eran niños que acababan de venir al mundo y yo siempre me imaginaba a pequeños bebés bajando a la tierra en paracaídas con linternas.- esta historia ha suscitado las risas de los jóvenes que aprovechan para abrir sus bocadillos y empiezan a comer.

 

-Mi abuela es religiosa, así que siempre nos contaba la historia de San Lorenzo, mártir que fue quemado vivo, ella dice que en una hoguera, pero yo he leído que pudo ser en una parrilla. – todos lanzan un grito de asombro ante la historia de Alba- Durante la Edad Media y el Renacimiento celebraban el día de este santo, que es el 10 de agosto, justo cuando se produce la lluvia de estrellas. Por eso, nuestros antepasados atribuyeron tal espectáculo en el cielo a las lágrimas del santo que tanto dolor experimentó al morir.

-Hablando de leyendas – interrumpe Rafa- yo he escuchado la de Perseo, que da nombre a la lluvia de estrellas de esta noche, las perseidas. Resulta que Perseo fue hijo de Zeus y Dánae, es decir, un Dios y una mortal. Ella estaba encerrada precisamente porque su padre, Acrisio, consultó un oráculo y averiguó que el hijo de Dánae acabaría con su vida. Así que para evitar que tuviera hijos encerró a Dánae en una torre y Zeus, que era muy mujeriego, – todos ríen al recordar las historias que su profesor de filosofía les contó en el instituto- fue a verla y se enamoró de ella. Como no podía aparecerse con forma de humano y pasar las rejas, se apareció en forma de lluvia de oro y quedó embarazada. Por eso, durante estas noches, se conmemora cómo fue engendrado Perseo.

-Pues – vuelve a intervenir Lucas, el científico escéptico del grupo, creo que ya lo he entendido- Mirar al cielo o mejor, mirar lejos, significa tener esperanza. Y la esperanza es también sorprender a una estrella fugaz huyendo rápida con su estela y saber que es justo en ese momento, en esos efímeros segundos de tregua, cuando tienes que pedir un deseo con todas tus ganas, para que se cumpla. Estas pequeñas cosas nos da fuerzas para seguir trabajando por nuestros sueños.

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