Mujeres poetas no eran frecuentes en la época del Al-Ándalus. Sin embargo hemos rescatado la historia de una arábigo-andaluza. Que pasó sus días entre amores y desamores escribiendo bella y sencilla poesía. Un retrato de una mujer destacada en su época. Que aún yendo a contracorriente consiguió el reconocimiento de todos. 

La voz femenina de Al-Ándalus envuelta en poesía

Hasta el siglo XII es difícil encontrar en la literatura árabe el nombre destacado de mujeres poetas. Existían algunas, pero no hay muestras que puedan corroborar que realmente eran mujeres poetisas. Ya que las composiciones literarias no daban fe de ello. Salvo lo inusual de que fueran escritoras en una época musulmana y medieval.

Sin embargo, a partir del siglo XII, comienzan a aparecer poetisas con reconocido nombre. Un ejemplo de ello es Hafsa bint al Hayy, que nació en Granada en el año 1135.  Más conocida como la Rakuniyya o Perla de Granada. Era Hija de un noble bereber. Vivió durante su infancia y juventud en la ciudad que la vio nacer. Al mismo tiempo que sucedían acontecimientos históricos relevantes como la caída del Imperio Almorávide en el año 1147.

Una vida intensa

La vida de esta arábigo-andaluza fue muy intensa tanto en el panorama literario y educativo como en sus relaciones amorosas, que ayudaron a que esta poetisa se inspirara y creara versosdonde los celos, los encuentros en secreto y el miedo fueron los principales temas. Su atractivo y gracia la llevaron a tener una doble relación con el poeta granadino Abu Yafar y con el gobernador almohade de la ciudad, el príncipe Abu Said Utman, hijo del Califa Abd Al Mumin, que se enamoró perdidamente de ella.

De sus poesías se conservan hasta diecisiete obras que han llegado a nuestros días con gran calidad literaria. Hafsa consiguió en aquella época expresarse con libertad en un lenguaje sencillo, espontáneo y  bello.  La mayoría de sus poemas eran de amor aunque también escribió algunos satíricos y de elogio a uno de sus amantes, el gobernador Abu Said. Gracias a los biógrafos que la consideraron una gran poeta al nivel de los hombres de su época y al interés de la familia Banu Said (linaje de su primer amante Abu Yafar) por mantener su legado, hoy podemos disfrutar de poesías tan llanas y profundas como ésta:

¿Voy yo a ti o tú vienes a mí?
Mi corazón acepta lo que digas.
A salvo te hallarás de la sed y del sol
cuando ocurra tu encuentro conmigo,
pues mi boca es dulce fuente cristalina,
las ramas de mi pelo, sombra umbrosa,
Respóndeme enseguida…

Tras la muerte de Abu Yafar por órdenes del gobernador Abu Said, Hafsa guardó luto aún temiendo ser encarcelada y abandonó la poesía. Se dedicó entonces a la enseñanza tanto en su tierra como en Marrakech cuando el califa Al Mansur la invitó a trasladarse a la ciudad marroquí  donde dirigió la educación de las princesas almohades hasta su muerte en 1191.

Un ejemplo atemporal

Resulta interesantísimo estudiar estos casos de mujeres tan avanzadas a su época por cuanto dan señales de una libertad, cultura y refinamiento tan importantes y casi insólitas en plena edad media. El conocido poeta y epistológrafo Ibn Al Jatib dijo de ella: «Fue única en su tiempo por su belleza, elegancia, cultura literaria y mordacidad».

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