La poetisa Inmaculada Mengíbar nació en Córdoba en 1962, aunque ha vivido en Granada, Almería y Torremolinos. Esta mujer madura como fruta de temporada nos ofrece su roja pasión por el amor.

En la Universidad de Granada se licenció en Filología Hispánica y es en esta ciudad donde comienza a escribir y publicar, al entrar en contacto con autores de la poesía de la experiencia o la nueva sentimentalidad, una estética en la que coincide en un claro decir, sus influencias de la Generación del 50, sobre todo Jaime Gil de Biedma, del que toma el préstamo de  su primer título publicado.

Es en 1988 cuando ve la luz su primer poemario en la editorial Hiperión. Se trata de Los días laborables, un conjunto de poemas de corte intimista y tema amoroso, con el que quedó finalista del premio que promueve la misma editorial. Fue un descubrimiento y le sirvió para tener presencia en el panorama literario español en cuanto a poesía escrita por mujeres. Aquí, la poetisa alude casi siempre a la segunda persona o a la tercera, pues cuenta una historia de amor en pequeños detalles y vivencias, con una voz muy coloquial y cercana, trascendida por la cuestión femenina que se atreve: «Pero seamos realistas: / Penélope, cosiéndole, / no es más feliz que yo / ahora mismo rompiéndole / la cremallera».

Pantalones blancos de franela, su siguiente entrega, obtiene el Premio Jaén de Poesía y también es editado por Hiperión. En este conjunto de poemas continúa con un tono lírico amatorio, el gusto por las imágenes retóricas y la voz de género que la caracteriza. No hay grandes cambios estilísticos, pues la autora parece haber encontrado su voz en los dos libros citados.

Además, poemas suyos han sido recogidos en distintas antologías, entre las que destacan: Ellas tienen la palabra: dos décadas de poesía española (eds. Noni Benegas y Jesús Munárriz; Madrid, Hiperión, 1997), Los cuarenta principales: antología general de la poesía andaluza contemporánea (1975-2002) (ed. Enrique Baltanás; Sevilla, Renacimiento, 2002) o La otra sentimentalidad: estudio y antología (ed. Francisco Díaz de Castro; Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2003).

Ahora, en el presente, Mengíbar ha cambiado algunos registros, ha crecido en la poesía y ofrece nuevas perspectivas de su identidad, sin perder su voz primera.

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