¿Qué nombre le pondré a este cuerpo de agua?

Mi cuerpo hospitalario sumergido en el tiempo.

Puedo llamarlo templo, pequeño santuario.

Un altar erigido en nombre de la vida.

La vida no se juzga, no se objeta

no se negocia, no se cuestiona.

La vida sólo se honra, como el agua.

 

¿Qué nombre le pondré

a esta porción minúscula de sueño?

La conciencia es antigua

es libre y se desplaza

a través de los siglos.

Soy un emisario del todo en el presente,

un heraldo del eco en el futuro.

Sueño que estoy flotando en un instante

que se sueña a su vez inacabable.

 

Las voces de la calle me aturden con sus prédicas,

sus anuncios,

sus órdenes.

Yo escucho a mis raíces que crecen hacia el agua.

Me desciendo hasta mí dentro del templo.

Al fondo del hammam, mis raíces cantan.

 

Raquel Lanseros