La historia de la humanidad empieza con la expulsión del Paraíso. Adán y Eva abandonan su hogar e inician un viaje sin retorno. Así, con el hombre y la mujer adentrándose en un mundo desconocido, se inicia el mayor libro de aventuras jamás escrito.

De Adán y Eva, nosotros, sus hijos, hemos heredado la audacia y también esta nostalgia incurable que anida en nuestro pecho. Frente a la áspera gravedad que es nuestro destino, anhelamos la felicidad del origen, el Edén leve e ingrávido donde se inició la vida.

Morir y nacer de nuevo, por Nuria Barrios

Somos híbridos, agua en más de un 70%, tierra en menos de un 30%. Varados en una naturaleza de barro, soñamos con sumergirnos en el líquido cristal del horizonte, allí donde el el espíritu aletea sobre las aguas y el cuerpo se diluye, lánguido.

Morir y nacer de nuevo, por Nuria Barrios

Como en una noria, volvemos al agua, una y otra vez, para recordar de dónde venimos, para adentrarnos en lo olvidado: el tiempo, su espacio, el lugar de la quietud. Volvemos para olvidarnos y despertar, trémulos como la llama de las velas en un hammam. Volvemos para contemplar la hermosa cópula de luces y sombras del aljibe, para flotar en el vapor fragante que nos envuelve, para escuchar en el tibio rumor de los caños el eco de la primera nana amniótica.

 

Volvemos para morir y nacer de nuevo.

 

Volver al agua.

 

Volver al Paraíso.

 

Volver por fin.