Cada palacio de la Alhambra guardaba un rincón privilegiado para uno de los lugares más apreciados por la cultura árabe. El hammam era un espacio para socializar y también para gozar de horas de relajación y placer físico y espiritual. Uno de los más bellos es el responsable de que Hammam Al Ándalus exista hoy, los Baños Árabes del Palacio de Comares.

 

 

Aunque actualmente los Baños de Comares están cerrados al público para preservar su conservación, al finalizar la década de los 90 los creadores del proyecto de Hammam Al Ándalus tuvieron la suerte de visitarlos. Su belleza les impactó tanto que decidieron que tenían la responsabilidad de hacer feliz a más gente compartiendo esa experiencia y construyeron un hammam inspirado en la tradición andalusí, para que todos los ciudadanos y visitantes de la ciudad de Granada pudieran disfrutarlos. Más tarde, Hammam Al Ándalus fue encontrando sus rincones también en Córdoba, Madrid y Málaga, por el momento. En este artículo te contamos más del origen de nuestra inspiración, los Baños del Palacio de Comares en la Alhambra.

 

Los baños Reales

El hammam es herencia directa de las termas romanas al mundo árabe y un elemento que luego se quedó en la cultura andalusí como pieza fundamental de su idiosincrasia. Tener la suerte de conocer un baño de esta época es muy inspirador, por eso los Baños de Comares resultan fascinantes. Esta maravilla de la arquitectura islámica es el único hammam medieval islámico conservado de manera íntegra en Occidente.

Los Baños de Comares también eran conocidos hasta hace poco como los Baños Reales porque en su día estaban reservados para el uso particular de los Reyes Católicos. Este hammam situado entre el palacio del mismo nombre y el de los Leones comunica directamente con el patio a través de una puerta situada cerca de la crujía y es el lugar donde vivía y gobernaba el sultán.

 

 

Para mirar a través de una rendija

Aunque en el presente no podemos visitar estos baños desde su interior, existe una manera muy original de descubrirlos, ya que se pueden ver desde los diferentes espacios que hay a su alrededor a través de los huecos y rendijas que hay en estas estancias. La sala está invadida de una iluminación cenital muy especial que viene de la linterna central, característica de la arquitectura nazarí que nos recuerda a la intimidad e inmensidad que aporta un cielo plagado de estrellas.

Los homenajes que el mundo de la cultura ha dedicado a estos baños son muchos y multitud de artistas consideran esta parte como su favorita de toda la Alhambra. Hasta el mismísimo Henry Matisse se enamoró de su atmósfera y el misterio de su luz en 1910.

Nosotros nos quedamos con una parte del documental Morente sueña la Alhambra que nos encanta y donde se observa bien la extrema belleza de este lugar. En esta secuencia Estrella Morente y su padre Enrique cantan en su interior los poemas de San Juan de la Cruz.

 

 

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