Mes: diciembre 2012

Los precios del hammam en la época de Al Ándalus

Casa de Castril, en Granada, levantada por los herederos de Hernando de Zafra
Casa de Castril, en Granada, levantada por los herederos de Hernando de Zafra

La guerra de precios no es algo exclusivo de los comercios en la época contemporánea. Ya desde hace siglos, los ciudadanos habían de abonar distintas cantidades por disfrutar de los, por entonces escasos, servicios que tenían las ciudades hace cuatro o cinco siglos. El caso de los baños, por supuesto, no era una excepción. Recordemos que fueron uno de los primeros servicios públicos de las grandes ciudades de Al Ándalus.

La tipología de estos primeros establecimientos eran muy diferentes en cuanto a  precio y categoría social. Es importante destacar que había una gran demanda (sí, entonces ya empezaban a imponerse las hoy arhiconocidas leyes de la oferta y la demanda), ya que eran un servicio de primera necesidad.

De hecho, los hammam en la época de Al Ándalus eran tratados desde antiguo con el mismo régimen de monopolio que recibian molinos y hornos (otros de los primeros bienes de consumo de las antiguas urbes andalusíes), ya que además del surtidores de bienes de primera necesidad, suponían una fuente de ingresos fáciles y seguros para el fisco de cada ciudad o gobierno.

Cuentan las crónicas que los baños, al igual que ocurría con otros bienes reales, podían ser cedidos, mediante privilegio, a una minoría racial o a algún noble o persona a quien se quería compensar por sus servicios de cualquier índole (bélicos o políticos) a la realeza.

La historia está repleta de ejemplos, tanto de casos cristianos como musulmanes. Por ejemplo, los cronistas revelan la historia de don Hernando de Zafra, secretario de los Reyes Católicos y artífice de las capitulaciones de Granada. Don Hernando fue uno de los primeros ‘empresarios’ de los baños árabes en la época de la reconquista. De este modo, este personaje llegó a ser el propietario de la mayoría de los baños de Granada.

Los precios impuestos por Hernando de Zafra eran variables. Las rentas por el uso de los baños podían ser cobradas en especia, como por ejemplo ocurría con los baños de Jerez o los de Ferreira, por los que los Señores del Marquesado del Zenete recibían de los moriscos 550 y 200 fanegas de cebada, respectivamente.

El casual descubrimiento del jabón

Numerosos cuadros han recreado a las lavanderas del Tíber que, al pie del monte Sapo, descubrieron el Jabón
Numerosos cuadros han recreado a las lavanderas del Tíber que, al pie del monte Sapo, descubrieron el Jabón

Al evocar el baño como acción para la higiene personal, inmediatamente viene a nuestra mente una serie de elementos básicos que acompañan a esta experiencia casi de manera inevitable.

Uno de  ellos es, qué duda cabe, el jabón. Existen documentos que mencionan el uso de materiales jabonosos desde la antigüedad. Su precursor más remoto , proviene de la antigua Mesopotamia, concretamente en la civilización sumeria. También los egipcios hacen alguna mención a esta sustancia en algunos de sus papiros y los franceses se atribuyen ese descubrimiento a sus druidas , quienes fabricaron los primeros ungüentos limpiadores.

Sea como fuere, no cabe duda de que fueron los romanos los que empezaron a fabricarlo de forma continuada y lo usaban cotidianamente en sus baños. Se cuenta que descubrieron la saponificación de la manera más curiosa. Fue a partir de los restos de cenizas que se producían tras el sacrificio de diversas bestias, práctica muy habitual en aquel tiempo. De hecho, una leyenda romana narra cómo de manera totalmente causal se tuvo acceso a las propiedades de esa extraña pasta que aparecía en los cuerpos. El origen del término se sitúa en la creencia de que en el “monte sapo”, donde se sacrificaban a los animales, era el agua procedente de la lluvia la encargada de llevar las cenizas del volcán y mezclarla con la grasa animal. Esta mezcla tan casual llegaba hasta el río Tíber. Una vez en sus orillas, las lavanderas poco a poco fueron descubriendo cómo  la ropa quedaba más limpia si la mezclaban con ese extraño compuesto que se encontraba en las aguas del río

Pasaron algunos siglos y, concretamente en el IV. d.C  empezaron a producir ese agente limpiador. Lo utilizaban tanto para el cuidado de las prendas como para la limpieza del cuerpo (mezclando el sebo animal con las cenizas) y produciendo una masa blanda. Ese es el antepasado más parecido a lo que ya hoy conocemos como jabón.

En la época de Al- Ándalus, los árabes lo introdujeron en Europa y crearon la primera industria jabonera en Sevilla. Estaba ubicada en la calle Castilla de lo que hoy es el barrio de Triana. Denominaron a estas fábricas “Las almonas”.

Las ventajas que aporta el jabón sobre la piel, al igual que los productos artesanales fabricados con ingredientes naturales son de sobra conocidos para tener una piel más suave y saludable, como el jabón de uva roja. Antiguamente mezclaban el jabón con arcilla a modo de exfoliante.

La escasez de agua como factor de igualdad en la historia del Hammam

Grabado de un hammam en la Granada musulmana
Grabado de un hammam en la Granada musulmana

Ya hemos hablado en este blog alguna vez que, desde hace siglos, y a través de varias civilizaciones, el hammam , los baños, las termas… habían gozado de sus propios usos y costumbres que, en ocasiones, constituían un completo eje que articulaba la vida de las decenas de personas que pasaban por estos legendarios lugares cada día.

No obstante, cada uno de ellos contenía unas peculiaridades concretas dependiendo de las características sociológicas de la ciudad donde se ubicase o, por ejemplo, de la abundancia o escasez del agua que obligaba de algún modo a adaptarse al terreno.
De este modo, por ejemplo, si el hammam debía ubicarse en un lugar en el que el agua no abundaba o donde la población era de un número bajo, las circunstancias forjaban que un solo daba servicio a las distintas culturas y religiones: cristianos, musulmanes y judíos. Asimismo, se daban circunstancias como que, aunque las reticencias culturales eran un hecho, las circunstancias también podían obligar a hombres y mujeres a compartir hammam e, incluso, lo que suponía algún conflicto mayor, a ricos y pobres.
Pero, ¿cómo se lograba hacer viable esta circunstancia en que las diferencias sociales eran tan abultadas y tan tenidas en cuentas en todos los ámbitos de la sociedad? En el caso del hammam, el uso se regulaba con horarios semanales. Según los historiadores, esta segregación, aunque fuese horaria, trataba de impedir relaciones perniciosas.
Era frecuente, por ejemplo, que los lunes y los miércoles fuesen destinados para las mujeres; los martes, jueves y sábados, días de hombres. Alfonso X El Sabio fue uno de los reyes que más trabajo por que las diferentes religiones no se mezclasen en los baños públicos.
Este problema no se producía si el hammam, por el contrario, se ubicaba en un lugar donde abundaba el agua. Este era el caso de las ciudades donde actualmente se ubica Hammam Al Ándalus: Madrid, Córdoba o Granada.
En este caso, el número de baños se multiplicaba y era fácil encontrar casi un hammam en cada barrio, comunidad o grupo social. Si era posible se buscaba la comodidad y la cercanía para el cliente, ya que, como también hemos dicho en este blog, el baño requería un ambiente de vecindad, ya que hay que tener en cuenta que, junto a las mezquitas, sinagogas o iglesias, los baños eran el único centro de reunión social.

El origen ‘panadero’ de Hammam Al Ándalus Granada

Una de las salas de Hammam Al Ándalus Granada
Una de las salas de Hammam Al Ándalus Granada

Hoy queremos traeros una curiosa historia acerca de nuestro establecimiento en Granada. ¿Sabíais que el mágico entorno en el que hoy puedes disfrutar de un baño relajante en la céntrica calle de Santa Ana, fue durante siglos un horno de pan?

Como seguro que muchos sabéis, Hammam Al Ándalus Granada se puso en marcha en el año 1998 con la rehabilitación de una vivienda en esta calle albaicinera que databa del siglo XV donde antiguamente se había horneado pan durante generaciones.

Pero, ¿por qué precisamente un horno de pan? Este dato tiene su explicación histórica:

A mediados del siglo XVI, Granada vivía tiempos convulsos: Algunos de los conflictos que vivía la ciudad afectaron directamente a la comunidad morisca (musulmanes bautizados tras la llegada de los Reyes Católicos a Al Ándalus) que trató de limitar por completo la mayoría de signos de identidad propios de estas comunidades: la lengua árabe, las vestimentas y multitud de ritos de todo tipo.

Entre ellos, se prohibió la utilización de los baños que existían en la ciudad en aquella época. De este modo, nos encontramos con que Granada tenía diseminados por las calles unos amplios habitáculos habilitados con calderas, necesarias para calentar el agua de las salas calientes que habían de ser aprovechadas de algún modo, por lo que la creación de hornos de pan fue la mejor utilidad que se dio en aquel momento, entre ellos el de la vivienda donde actualmente se  encuentra Hammam Al Ándalus Granada.