Córdoba es una de esas ciudades para descubrir por partes, en distintos viajes. Sorbito a sorbito, de una forma sosegada y disfrutona. Como quien saborea un plato deteniéndose en las texturas y aromas, cerrando los ojos y sonriendo a cada descubrimiento. Cada uno de sus meses nos muestra un capítulo de su historia. Abril nos ofrece su Semana Santa, con sus pestiños y torrijas. Nos obsequia también con su cata del vino Montilla-Moriles y su tradición vitivinícola. Abril es su despertar a la primavera, con su Córdoba en Azahar y la preparación de sus patios. Asómate a la parte más slow de la ciudad califal y paladea su esencia lentamente.