En Las mil y una noches, el barbero Abu-Sir ya se lo avisa al rey de la ciudad a la que llega como extranjero y en la que, para su sorpresa, no hay hammam. “Pero me saldrían pelos en la lengua antes de poder darte una idea exacta de lo que es un hammam y de sus goces! ¡Hay que experimentarlo para comprenderlo! ¡Y no será tu ciudad una ciudad verdaderamente perfecta hasta el día en que tenga un hammam!”   

Si ya has apreciado en primera persona las bondades del hammam, podrás rememorar, cerrando los ojos, todas las sensaciones que se apoderaron de ti durante esta experiencia.

Se apoderarán de ti unas ganas tremendas de regresar, para volver a entregarte completamente a las virtudes de sus artes.

Podrá volar tu pensamiento hacia las termas de aguas a distintas temperaturas y a las salas de diferentes aromas.

Y solo hay una cosa que no podrás hacer con exactitud: transmitir a otras personas  solo con palabras el secreto que encierra este oficio.

Una experiencia en el hammam es algo que sólo puedes experimentar en primera persona. No te lo pueden contar, no es lo mismo. Por eso, SOLO si has visitado un hammam, sabrás de lo que estamos hablando.

 

1

Has ampliado tu vocabulario, ya sabes qué es un kessa o un pestemal, y querrás hacer uso de ellos todas las semanas, varias veces.


2

Sabes que es posible disfrutar de tus 5 sentidos a la vez: vista, oído, tacto, olfato, gusto… No hay otra distracción alrededor, solos tú y tus sentidos.

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3

Has sentido que puedes estar en sintonía con el mundo casi desnudo, solo con tu bañador y un pestemal. Si el paraíso existe, tiene que ser muy parecido a esto.

 

4

Has deseado que te salgan branquias, o cola de sirena o tritón, para mudarte a vivir a sus aguas. En serio, es adictivo, engancha, atrapa, no hay vuelta atrás cuando lo pruebas.

 

5

Solo diremos una cosa: placer epicúreo: equilibrio entre cuerpo y mente. Al principio te costó desconectar, pero es tan fácil relajarse en el hammam, que la conexión contigo y con lo que te rodea es plena y sincera.

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6

Has descubierto partes de tu cuerpo que hasta ahora no sabías que existían. Los  masajes del hammam son de otro mundo y combinan perfectamente belleza, salud y relajación. ¡Quieres vivir aquí para siempre!

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7

Ahora ya sabes qué se siente cuando una nube enorme de jabón cae sobre tu cuerpo. Y solo es una mínima parte de lo todo que te espera con el ritual kessa, una herencia de limpieza e hidratación de nuestros antepasados andalusíes.

 

8

Has sentido que es posible volver a tu infancia solo con cerrar los párpados y entregarte al ritual kessa y a las bondades del ancestral oficio del masaje o quedarte durante segundo eternos fusionado con el agua. Y es muy reconfortante.

 

9

Te preguntas cómo has podido vivir todo este tiempo sin visitar uno. ¿Qué he estado haciendo hasta ahora con mi vida? Hay un antes y un después cuando descubres que algo afecta positivamente a tu cuerpo, ¿verdad?  

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10

Es como una máquina del tiempo. Te trasladas en el tiempo a civilizaciones pasadas, eres parte de ellas y te parece increíble que siglos atrás ese rincón fuera un lugar social, de purificación y limpieza. Ahora lo ves como un templo, claro.

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Descubres algo nuevo con cada vistazo a cualquier rincón. Es una experiencia hedonista, gratificantemente sensorial y placentera. Todo es bello, cada detalle está milimétricamente cuidado, tal y como se estilaba en Al Ándalus.

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12

Te sientes muy especial porque has vivido en primera persona el concepto verdadero de hospitalidad y generosidad que tan rigurosamente profesaban nuestros antepasados en Al Ándalus. Hay un equilibrio natural y concepto sincero de karma que sin duda te va a acompañar desde ahora y en adelante.

 

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Has experimentado qué se siente cuando la belleza te invade, la exterior aflora, pero, la más importante, la interior  te ha invadido. Tu cuerpo se siente agradecido, estás más suave, brillante y radiante. Y encima te has relajado, has encontrado paz durante una hora y media. Estás recargado de energía y buenas vibraciones.

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Has experimentado lo que es volar sin despegar los pies del suelo. Cuando sales sientes que levitas, podrías flotar. Te sientes ligero y con la energía renovada.

 

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Sabes que nada será igual que antes. Tienes esa certeza desde que traspasas el umbral que separa el baño de los  vestuarios de Hammam Al Ándalus y sales a la calle después de haber vivido tu experiencia.

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